La lucha ecológica es la lucha por nuestra supervivencia como especie. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales fue uno de los primeros movimientos internacionales que se formó con este fin. Surgió en Francia, en 1948, con el auspicio de la UNESCO.
En el último cuarto de siglo, la cooperación internacional sobre medio ambiente se ha convertido en un tema primordial tanto para las Naciones Unidas, como para los organismos gubernamentales y no gubernamentales. Se han firmado declaraciones, convenios y tratados sobre problemáticas ambientales con resultados dispares, y se han creado organismos internacionales.
Las ONO han desarrollado una importante labor. Entre ellas, se destaca la organización ambientalista más grande del mundo, Greenpeace (Paz y Verdor) fundada en 1971, en Canadá. Se extendió a los cinco continentes y hoy cuenta con más de cuatro millones de socios en el planeta. Tienen presencia en todos los lugares donde se agrede a la naturaleza. Por ejemplo, con sus lanchas neumáticas, muchas veces en arriesgadas acciones, sus miembros se interponen entre las ballenas y los lanza-arpones de los barcos balleneros. También encabezan protestas contra el arrojo de desechos tóxicos a las aguas o a la atmósfera. Además, apoyan la formación de organizaciones locales para este fin.
Algunos movimientos ecologistas se transformaron con los años en partidos políticos. Es el caso del Partido Verde, en la República Federal Alemana, que desde 1980 participa en las elecciones y tiene representantes en el parlamento federal. Desde entonces, ellos son la cabeza visible del ecologismo práctico y de la acción concreta.
El 5 de junio de 1990 se estableció el Día deja Tierra. Durante aquella jornada, cientos de organizaciones ecopacifistas de todo el-globo se pusieron de acuerdo para lanzar un grito desesperado: detener la destrucción del planeta.
En junio de 1992, se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo, conocida como Eco ‘92 o la Cumbre de Río (se celebró en Río de Janeiro, Brasil). Fue la reunión más importante de todos los tiempos pues concurrieron representantes de 178 países, de los cuales la mayor parte eran jefes de Estado, y asistieron integrantes de 2.500 ONO.
En la reunión los delegados aprobaron tres documentos:
• la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, que es un resumen de principios ecológicos;
• el Programa o Agenda 21, que es un plan integral para dirigir Las acciones nacionales e internacionales ha
• la Declaración de Bosques, que consta de quince principios para la gestión sostenible de los bosques y regula el comercio de la madera, aunque no establece límites para frenar la deforestación.
Además, se firmaron dos tratados internacionales: el Convenio sobre la Diversidad Biológica y el Convenio sobre el Cambio Climático
Con posterioridad a la Cumbre de Río hubo otras reuniones para seguir avanzando en estos temas, como la Cumbre sobre el Cambio Climático, en 1997, en Kioto (Japón).
A pesar de todo lo que se hizo hasta hoy, este proceso de cambio de actitud frente a la naturaleza recién comienza. Falta recorrer un largo camino, no sólo para que las sociedades tomen conciencia y modifiquen su forma de relacionarse con la naturaleza, sino también porque llevará mucho tiempo recuperarla. El destacado biólogo francés Jacques Cousteau afirmaba que “somos pasajeros sin nacionalidad de una nave llamada Tierra, cuyo futuro está en peligro”.
Vivir en un medio ambiente sano es un derecho humano. La Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, reunida en Estocolmo en junio de 1972 expresa la convicción común de que “el hombre tiene el derecho fundamental a la libertad, la igualdad y el disfrute de condiciones de vida adecuadas en un medio de calidad tal que le permita llevar una vida digna y gozar de bienestar, y tiene la solemne obligación de proteger y mejorar el medio para las generaciones presentes y futuras”.